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sábado, 1 de diciembre de 2012

Especial | Boaco a donde siempre se regresa




Boaco es una ciudad de Nicaragua asentada sobre pedregosos y accidentados terrenos, que la convierten en una urbe de varios niveles. Por eso la llaman “Ciudad de Dos Pisos”. Pero también es conocida porque destila olor a leche y a queso fresco, gracias a su intensa producción ganadera.

Por cualquier parte que se entre a Boaco, hay que prepararse para subir y bajar por calles, callejones, aceras y gradas de su desnivelado casco urbano. Las viejas calles, ahora adoquinadas y pavimentadas, le dan ese toque de modernidad a esta ciudad que aún conserva rasgos de la arquitectura colonial, sobre todo alrededor de su iglesia parroquial.

Solo los que viven en Boaco saben lo que significa subir y bajar hasta diez veces al día por sus empinadas calles para ir a la iglesia, al mercado o hacer cualquier diligencia personal. Por eso dicen que en Boaco las mujeres, además de bellas, tienen las mejores piernas de Nicaragua.

Boaco es diferente a otras ciudades del país. En palabras del doctor Armando Incer Barquero, “Boaco es culto y oculto”. De aquí han salido cuatro ganadores del mayor galardón cultural de la nación, el Premio Nacional Rubén Darío.

El primer boaqueño en ganarlo fue el doctor Diego Manuel Sequeira, en los años 30 del siglo pasado; luego el doctor Julián N. Guerrero, en el año 1946, y una década después le siguió el doctor Antonio Barquero. El último que lo ha ganado es Hernán Robleto, en 1967.

Cuando Incer habla de “oculto”, se refiere a que el departamento siempre ha estado oculto del presupuesto nacional. Recuerda que cuando él estaba niño, en Boaco la escuela solo impartía hasta el cuarto grado y para terminar la primaria los niños tenían que viajar con sus padres cuatro días a caballo para llegar hasta Las Banderas, donde conseguían transporte motorizado hacia Managua, la capital

En el caso de Incer, su papá llamaba por teléfono desde Las Banderas a una persona en Managua que lo llegaba a traer en un carro Ford de la época. En otras ocasiones viajaron hasta Sabana Grande, donde tomaban el tren y entraban a la capital en la enorme mole de hierro.

“Era tanto el atraso que antes se tardaba hasta seis días de ida y seis de regreso, para ir a pagar una multa de 50 centavos a la cabecera departamental que estaba en Juigalpa, pero eso se terminó en 1936 cuando se independizó de Chontales”, relata Armando Incer Barquero.

Afirma que si no ha sido por la disposición de la misma población de Boaco, esta ciudad estaría más atrasada que otras, pues la población, cansada de ver que ningún gobierno hacía nada por ella, decidió por su cuenta adoquinar las calles principales. Los ciudadanos aportaron adoquines y cuando ya los tenían apilados frente a sus casas, la Alcaldía los mandó a instalar.

“Nos dimos cuenta que solo nosotros podíamos hacer las cosas, no esperar al gobierno. Así tuvimos agua, cine, parque y calles adoquinadas”, cuenta Incer.

Igual sucedió con la energía eléctrica, la que fue llevada en 1923 por el siempre recordado padre José Nieborowsky, reconocido por la población como un héroe, pues con la energía puso a Boaco como la cuarta ciudad iluminada de toda Nicaragua, después de Managua, Granada y León.

Antes, en 1919, el padre Nieborowsky había instalado cañerías de agua potable, terminando con el suplicio de la gente que debía llevar el agua a sus casas en cántaros, a lomo de mulas o en pipas sobre carretas tiradas por bueyes. También construyó escuelas, el parque central, un hospital, y para diversión de la población instaló el primer cine de la ciudad.

Los tiempos cambiaron y ahora Boaco es una ciudad que ya no camina al paso de las carretas de bueyes, sino al de los camiones cisternas que salen repletos de leche de las fincas ganaderas.

Boaco reúne historia, cultura, naturaleza y, sobre todo, habitantes hospitalarios que tratan con calidez al visitante.

Antonio Jarquín, gerente general de la Alcaldía, dice que las fiestas patronales del municipio, en honor al apóstol Santiago de los Caballeros, tienen entre sus atractivos la Danza de los Bailantes, que representa la lucha entre moros y cristianos, y el Baile del Guaro Blanco y la Cabecita de Mono.

En Boaco existen zonas arqueológicas con petroglifos en el cerro Las Lagunas, cerca de Camoapa. Cerca de la ciudad hay un eco albergue donde cultivan flores tropicales, en medio de la montaña.

La ciudad de Boaco conserva una cultura ganadera y campesina, y es común por la mañana ver a los finqueros entrando a la ciudad en sus camionetas cargadas de pichingas con leche que reparten en pulperías, queserías y otros sitios de venta.

Los turistas suelen visitar los monumentos a la Raza, la Madre, el Bailante y el Faro, desde donde se aprecia toda la ciudad. La ciudad también tiene cuatro museos.

En la parte alta se encuentra lo que llaman el centro de la ciudad, porque allí está el parque central, la iglesia parroquial construida a mediados del siglo XIX, algunos hoteles, tiendas, bancos, sorbeterías, restaurantes y las principales oficinas de gobierno.

El 4 de marzo los boaqueños celebran el ascenso a ciudad, con ferias, exposición de productos agrícolas, comidas típicas, bailes autóctonos y corridas de toros.



Cómo llegar

En el Mercado de Mayoreo se toma un bus que lo lleva directo a Boaco, o se toma uno que vaya a Chontales o al Rama y se baja en el km 74 ½, el empalme.
15 km adentro está la ciudad de Boaco.


Fuente: El Nuevo Diario

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