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domingo, 19 de junio de 2016

La paliza histórica en cuartos de la Copa América

La sala de ruedas de prensa del Levi’s Stadium tenía ambiente de patíbulo, con una silla vacía en el medio, un micrófono y un cartelito que decía: Juan Carlos Osorio, México. El técnico de El Tri tenía que salir a hacerse responsable de una de las mayores derrotas de los mexicanos en partido oficial, contra Chile. No dejó ni preguntar: “Antes de nada, quiero ofrecer mis más sinceras disculpas a la afición y a todo el pueblo mexicano. Lo de hoy fue una vergüenza”.

No había mucho más que decir ante la peor derrota de México en un partido oficial. El 7-0 del sábado por la noche ante Chile en la Copa América destruye además el récord de 22 partidos sin perder de este equipo. México llevaba dos años sin quedarse un partido sin marcar ningún gol. Este era un equipo de récords y estaba en el aire que en algún momento la racha pararía. Nadie imaginaba que la caída sería tan dura.
“Me equivoqué en todo”, dijo Osorio. No había forma de encontrar una causa aislada de la debacle. El técnico explicó que planteó el mismo sistema que Chile, un 4-3-3. Pero Chile fue superior en todo. Cuando México presionaba, salían en largo para Vidal, que ganó todos los balones aéreos. Cuando no se veía presionado, triangulaba con facilidad hacia la portería. En las jugadas individuales, ganó en todos y cada uno de los puestos del campo. “Erré en la selección del grupo, en la táctica y en la estrategia”, dijo Osorio. “Estoy muy avergonzado y asumo toda la responsabilidad”.
La única defensa de Osorio fue decir que “no hay siete goles de diferencia entre el fútbol chileno y el fútbol mexicano”, algo en lo que le dio la razón caballerosamente el técnico de Chile, el argentino Juan Antonio Pizzi. Estos dos equipos se enfrentaron en un amistoso de preparación en San Diego el 1 de junio. Con el mismo planteamiento táctico, ganó México con un gol aislado. Pizzi dijo haber sacado lecciones de aquel partido. Osorio reconoció que había planteado el encuentro de cuartos de final exactamente igual que ese amistoso.
“No estaba preparado para esto”, dijo un Osorio con cara de náufrago ante la prensa. “El partido estaba uno a cero y yo pensaba sinceramente que estábamos en el juego. Tras el segundo gol hicimos modificaciones, y el tercero mató nuestras esperanzas. No tengo ninguna explicación. A partir de ahí se juntó todo para tener una debacle”, añadió el colombiano.
En una situación así, la posible dimisión del técnico sobrevolaba el sábado las conversaciones tras el partido. Osorio fue preguntado directamente. “Hablamos con los jugadores. Fue una conversación productiva, entre hombres. Cada uno asumirá a su manera la derrota. Estoy tratando de digerirlo y ya pensaré lo que hay que hacer”. Osorio, sin embargo, opina que también cada jugador de los que salieron al campo debe hacer una reflexión de lo que pasó. “Hoy nuestros jugadores más influyentes no estuvieron al nivel”.
Chile, vigente campeón de la Copa América, se enfrentará a Colombia en semifinales. Pizzi agradeció las felicitaciones pero pidiendo humildad y perspectiva para no perder la cabeza con el resultado. En su opinión, el partido “fue muy parecido al de hace diez días (San Diego) con la diferencia de que supimos concretar”. Definió la victoria más grande de la selección de Chile como “vaivenes que te da el fútbol para arriba y para abajo”. “La mejor manera de disfrutarlo es con cierto equilibrio, sabiendo las virtudes que uno tiene y también toda la cantidad de defectos”.
El lujoso estadio de Silicon Valley había registrado la entrada más numerosa de su corta historia en un partido de fútbol, 70.500 espectadores. La inmensa mayoría eran mexicanos. No suele pasar que un equipo meta siete goles, como Chile, y apenas se oigan celebraciones. El Levi’s Stadium era un estadio mudo, con eventuales gritos de espanto ante las avanzadas de Chile. La derrota de México dejó una imagen muy triste, la de miles de personas abandonando el estadio a partir del quinto gol, cuando faltaban más de 20 minutos de partido. Los mexicanos dejaron las gradas tan desoladas como el campo. EL PAIS

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