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domingo, 25 de febrero de 2018

La nica de hierro que escaló diez volcanes en diez días

El 18 de enero del 2017 Luz Elena Sequeira se perdió en el volcán Momotombo. Ese día subió por la mañana abriendo caminos con un machete, en compañía del único guía que se atrevió a llevarla. Pero cuando quisieron bajar se perdieron y comenzaron a dar vueltas en círculo. Anocheció y no tuvieron más opción que esperar a que amaneciera para tratar de bajar. Se quedaron a la intemperie, sin agua y sin comida, oyendo los retumbos de ese coloso.
Apenas un par de días antes, Sequeira había encontrado quien la llevara hasta la cima de este volcán, pues todos los guías a los que llamó le decían que por la actividad volcánica y el cierre del camino era imposible escalarlo. Incluso, ya había pensado en escalar otro volcán.
“Vamos a subir por el costado norte, por donde nadie nunca ha subido antes. Y aunque no haya senderos te prometo que llegamos a la cima, aunque deba ir macheteando para abrir camino”, le dijo el único guía que se atrevió a llevarla.
La insistencia de Luz Elena por subir el volcán era porque quería celebrar su cumpleaños número 30 escalando diez volcanes en diez días. Hasta ese momento ya había escalado cuatro de los diez.

Tres años atrás ella se convirtió en ultramaratonista y hasta renunció a su trabajo de diez años como ingeniera en sistema para convertirse en freelancer y así dedicarle más tiempo a este deporte. Según sus cálculos, desde entonces ha corrido aproximadamente 25 mil kilómetros, entre competencias y entrenamientos. Ha llegado a correr 24 horas consecutivas.
De pequeña Luz Elena Sequeira siempre fue muy activa. Es la segunda de dos hermanos. Le gustaba correr y andar a caballos por la finca. Aprendió danza contemporánea y flamenco lo que, según ella, le dieron la fortaleza en sus pies y tobillos para soportar las distancias.
La primera vez que escaló un volcán tenía menos de 10 años. Estaba paseando en la finca de sus abuelos que queda en las faldas del volcán Mombacho y cuando lo subió quedó impresionada por la majestuosidad de este volcán. Allí le nació el amor por la naturaleza.
El año pasado, cuando estaba a punto de cumplir 30 años, meditó sobre qué haría para celebrar y su primera idea fue escalar todos los volcanes de Nicaragua, pero pronto desistió porque varios de ellos ya los había escalado. Entonces decidió escalar diez volcanes en diez días.
—Me voy a ausentar por diez días porque voy a recorrer diez volcanes y en diez días —le dijo de golpe Sequeira a su mamá.
—¿Qué pasa por tu mente? —le respondió sorprendida.
Después de explicarle que era una forma de celebrar a lo grande su cumpleaños, lo único que su mamá le pidió fue que se cuidara y que cada día después de subir los volcanes llamara a casa para reportar que estaba bien.
El único día que no pudo llamar para avisar que ya estaba descansando en el hotel para seguir con el siguiente volcán fue el día que quedó atrapada en el Momotombo. Fue hasta el día siguiente que lograron bajar y que regresó a su hotel que llamó para reportarse. Después se bañó, comió y continuó su viaje por el resto de volcanes que le faltaban.
Escalar diez volcanes en diez días no ha sido lo más extremo que Luz Elena ha hecho. Un año antes de eso un amigo ultramaratonista de Estados Unidos le comentó que él estaba pensando en correr durante un día completo. A ella le gustó la idea y decidió hacerlo también en Nicaragua.
“Yo estuve corriendo las 24 horas completas. Alcancé 131 kilómetros. Fue una experiencia extrema. Cuando llevaba 22 horas me sentía agotada. Me senté por un momento y ya era como que estaba cansada, tenía hambre, quería dormir y dije ‘qué estoy haciendo podría estar en mi cama, podría estar bien dormida tranquila’, pero después dije ‘no, ya llevo 22 horas’, dos horas más para cumplir el reto no era nada”, narra.
Como en este tipo de maratones se hacen en una pista cerrada, Sequeira decidió hacerla en la propiedad de sus abuelos. Invitó algunos amigos, pero solo ella corrió por 24 horas. Hizo tres pausas para comer pastas, vegetales, frutas y tomar agua. Y a raíz de esas carreras un amigo de El Salvador la bautizó como La Nica de Hierro.
“Él no se explicaba cómo alguien que recién estaba empezando a correr y recién haya empezado en los ultramaratones haya hecho tres carreras fuertes en tan solo dos meses y medio”, dice refiriéndose a la carrera de Fuego y Agua donde debutó como ultramaratonista, un maratón que hizo en México con los indígenas Tahumaras y el maratón de 24 horas que hizo en Nicaragua.
Fuente: La Prensa

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