El Programa Mundial de Alimentos (PMA) alertó ayer del “alto nivel de toxicidad” que tiene un cargamento de frijol hallado enterrado la víspera en Honduras por pobladores del oeste del país, que se llevaron parte del grano, por lo que pidió que no sea consumido.
El hallazgo del jueves de los cerca de mil quintales de frijol enterrados en un predio privado ubicado en una carretera que conduce hacia el departamento oriental de Olancho se produce cuando el precio del grano, básico en la dieta hondureña, experimenta una escalada que ha obligado al Gobierno a aprobar importaciones de emergencia.
Un portavoz del PMA dijo ayer que el frijol fue “enterrado y rociado con productos tóxicos para acelerar su destrucción”, por encontrarse en “condiciones no aptas para el consumo humano y animal”. Sin precisar una fecha, agregó que el proceso se llevó a cabo con la “autorización y supervisión” del Ministerio hondureño de Salud, luego de que pruebas de laboratorio confirmaran que el grano tenía “un alto índice de toxicidad”.
En un comunicado, el organismo mundial informó que pobladores sustrajeron el jueves una cantidad no precisada del grano de “manera ilegal”, y los exhortó a que “se abstengan de consumirlo y lo destruyan inmediatamente ya que su consumo será perjudicial para su salud”. LA PRENSA
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Una taza y media de frijoles cocidos hoy cuesta diez córdobas en el barrio capitalino San Antonio. Hasta hace poco Brenda Mayorga vendía la misma cantidad de este grano rojo por la mitad de ese precio.
“Se resiente la gente porque me dicen —muy poquito, muy poquito— y yo les digo que se pongan la mano en la conciencia. ¡Esto está caro!”, asevera esta mujer de piel tostada que a diario sobre leña pone a cocer 12 libras de frijoles para “sacar la comidita” de su familia. Su ganancia la calcula en un córdoba por cada libra de frijoles que pone a cocer.
Mayorga confiesa que en estos días la situación ha empeorado. “Andamos en todos lados investigando dónde es más favorable (el frijol) y allí lo vamos a comprar”, dice.
La última vez adquirió en un supermercado capitalino cada libra a 19 córdobas. Hace cuatro años cuando empezó a vender frijoles cocidos, el quintal de este alimento costaba 500 córdobas. Ahora vale 2,500 córdobas aproximadamente.
“AGUA DE CALCETÍN”
La sopa de frijoles es el caballito de batalla de Las Sopas “El Popular René”. Aquí, ante el incremento en el precio de este rubro, las pérdidas en el negocio han alcanzado los 300 córdobas por cada 12 o 15 libras de frijoles. “Nosotros no podemos estar subiendo los precios en las comidas, tenemos que asumir el precio del frijol para mantener al cliente”, sostiene René Manzanares, propietario del negocio.
Comprar frijoles de menor calidad para él tampoco es una opción. “El frijol chile es el que nos da el punto y el color en la sopa (
) no es lo mismo hacerlo con un frijol de mala calidad que hace que la sopa se vea pálida y pareciera agua de calcetín”, explica Manzanares.
El acelerado incremento en el precio del frijol en las últimas semanas, también mantiene en jaque el negocio de Carlos Riuzzhet, quien vende gallo pinto empacado en minisúperes y supermercados. Tanto así, que se ha visto obligado a incrementar hasta en 27.7 por ciento el precio de la libra de este producto. Lo elevó de 13 córdobas a 18, precisa.
Riuzzhet es propietario de Betulia Foods, una empresa que a diario prepara e introduce al mercado nacional 350 libras de gallo pinto. Según él, para evitar perder clientes y asegurar la calidad, planean introducir al mercado raciones de media libra. “Para seguir llegando a ese segmento que siempre compra pero que ahora lo ve muy costoso. Ya estamos haciendo el sondeo y vemos que tendría bastante aceptación”, afirma.
Brenda Mayorga, por su parte, espera que el frijol pronto cueste menos, pues “si esto sigue subiendo vamos a tener que dejar de venderlo”, lamenta. LA PRENSA
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