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domingo, 16 de diciembre de 2012

Macizo Peñas Blancas: Un pulmón de Nicaragua en peligro


El Macizo de Peñas Blancas es como una enorme plataforma rocosa, que emergió del fondo de la tierra, dejando en su cúspide una selva tropical que se mantiene virgen

Orlando Valenzuela | Destinos






Cubierto casi todo el año por una permanente neblina que no deja ver su cima, el Macizo de Peñas Blancas se yergue como una gran muralla que delimita los linderos de las tierras depredadas por habitantes del Pacífico de Nicaragua, de las montañas conservadas casi vírgenes por los pueblos indígenas que habitan la gran Reserva de Biosfera de Bosawás.

El Macizo de Peñas Blancas es como una enorme plataforma rocosa, que emergió del fondo de la tierra, dejando en su cúspide una selva tropical que se mantiene virgen, por lo inaccesible de su ubicación, lo que ha permitido el desarrollo de una biodiversidad única en Nicaragua.

El macizo está ubicado entre los municipios La Dalia y Rancho Grande (Matagalpa) y El Cuá-Bocay (Jinotega). Fue declarado Reserva Natural en noviembre de 1999, con un área de 115.54 km2, para proteger sus bosques primarios y su potencial generador de agua, cuyas vertientes dan nacimiento a varios ríos de cuyas cuencas beben miles de pobladores.

Este macizo es una de las 6 áreas protegidas que forman la Reserva de Biosfera de Bosawás, donde, según los científicos, se alberga el 3.5 por ciento de la biodiversidad de todo el mundo, lo que lo convierte en una zona de mucha importancia para la vida del planeta.

La reserva es manejada por el Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN), ubicado en la comarca La Pavona, donde organizan las visitas guiadas al bosque y las cascadas ubicadas al pie del macizo.

Directivos del CEN explican que este ha comprado tierras de la reserva, que estaban en manos privadas, para reforestar y regenerar los suelos dañados por las malas prácticas agrícolas que provocan daños al bosque.

Además, el CEN tiene la misión de cuidar, proteger y mejorar todas las fuentes de agua, mediante la regeneración natural de la flora, recuperando el bosque dañado y desarrollando conciencia de conservación educando a la comunidad y personas que inciden en la Reserva.

Quetzales en la cumbre

El Macizo de Peñas Blancas tiene la cumbre cubierta por un espeso manto de neblina, de donde salen riachuelos que luego de un trecho caen perpendiculares junto a los altos farallones de piedra caliza. Varias cascadas se transforman en cortinas anchas, como si fuesen de sedas blancas que se esparcen.

La selva tropical del Macizo de Peñas Blancas guarda tesoros naturales, es rica en plantas y refugia animales variados, algunos en peligro de extinción.

Abundan las aves, reptiles, insectos y mamíferos como el chancho de monte, ardilla, erizo, guardatinaja, conejo, lechuza blanca, búho con cachos, tucán, venado, chachalaca, pocoyo, pavón, colibrí, guatusa, mapache, pizote, gato ostoche y culumuco, entre otros.

También hay grandes depredadores, como el puma o león americano, tigrillo y jaguar. En la cumbre, a más de 1,600 metros de altura, existen familias de majestuosos quetzales que han hecho de esta selva su hogar.

Abundan los helechos, palmeras, bromelias y orquídeas de múltiples colores y olores, que crecen bajo árboles centenarios de matapalo, nogal, liquidámbar, roble negro, sauce, granadillo, copel, cola de pava, aguacate de monte, ceibo o guanacaste.

El Macizo de Peñas Blancas es de origen volcánico y forma parte de la Cordillera Isabelia, que cruza el país de noreste a sureste. Su altura va de 800 a 1,745 metros sobre el nivel del mar. Allí llueve todo el año y se estima que solo goza de 45 días de sol en el año. En su parte más alta, la temperatura normal oscila entre 19 y 23 grados, pero entre diciembre y enero puede bajar a 10 u 8 grados centígrados.

Las expediciones recorren los senderos por el corazón de la Reserva. Para llegar hasta el pie de la cascada principal, es preciso llevar zapatos resistentes, ropa ligera, un capote para no mojarse, agua y caramelos para recuperar energía.

A medida que uno sube, la vegetación va cambiando, la temperatura empieza a bajar y persiste el ambiente húmedo, mientras los hilos de agua se escurren entre piedras grandes cubiertas de lama y algas verdes. Existen pozas donde los animales silvestres van a beber agua.

Lo que más se escucha es el canto de pájaros y el rumor del agua al caer en las rocas. Es necesario detenerse en varios momentos de la marcha, para captar con la cámara las imágenes de algún paraje, un árbol antiguo o una mariposa de alas transparentes.

Todo el trayecto se hace bajo la sombra de los árboles. Los arroyos son frecuentes y entre más subimos, se escucha más fuerte el sonido del agua que cae.

En las peñas de El Salto existe un arcoiris permanente, que nace en la pared rocosa del farallón. Desde aquí se puede ver, en lo alto, la cascada con más de 800 metros de caída. Abajo se aprecian las montañas y colinas adyacentes.

Ofrece oxígeno

Byron Walsh, consultor ambiental, dice que el Macizo de Peñas Blancas, parte de Bosawás, es un bosque tropical que genera 37 servicios ambientales, casi el doble de lo que generan otros bosques similares en el mundo.

“Entre estos servicios está la producción de oxígeno, producción de agua, captación de gases venenosos de la atmosfera, producción de biomoléculas químicas de plantas y algas que se usan en la elaboración de medicinas, en la industria del perfume, en los postres y sorbetes, entre otros, que se elaboran con vainilla, chocolate y hasta pitahaya, frutas que vienen de los bosques tropicales. Además, y quizá una de las más importantes, la regulación del clima”, explica el especialista.

Walsh alerta sobre la posible desaparición de Bosawás, porque está amenazada por la ganadería intensiva clásica, los madereros que depredan el bosque y “una mafia” que compra y vende tierras de forma ilegal dentro de la Reserva. A eso se agrega la inmigración masiva de gente que llega motivada porque escuchan que son tierras estatales, y gratis.

“A ese nivel de depredación que lleva, en el año 2028, ya no existirá Bosawás (incluido Peñas Blancas), solo quedará un 20% de su territorio, dividido en 2 o 3 parches”, advierte Walsh.

La única solución, opina, es la aplicación del “Plan de Saneamiento de la Reserva de Biosfera de Bosawás” para sacar a todos los invasores de la zona, mediante programas que ofrezcan alternativas de vida a esas familias, planes de instituciones y la intervención del Batallón Ecológico. “Lo que hace falta es voluntad política”, asegura Walsh.

Camilo de Castro, miembro del Movimiento Ambientalista Misión Bosawás, explicó que este es un grupo de personas que trabajan en diferentes campos, con la preocupación común de conservar Bosawás, “haciendo conciencia en los jóvenes y la sociedad, de tomar acciones concretas para detener la destrucción de la Reserva”.

“Bosawás tiene especies que no existen en otros lugares, el 3.5% de la biodiversidad del mundo, plantas medicinales que podrían ser de gran valor para el futuro de Nicaragua y todo esto se está perdiendo, es importante conservar estos bosques para capturar el bióxido de carbono que está causando el cambio climático”, dice De Castro.

Añade que “es necesario trabajar con las comunidades indígenas mayangnas, que hacen un esfuerzo por conservar el bosque y necesitan apoyo para detener el avance de la frontera agrícola; además, realizar actividades para mejorar su calidad de vida y que permitan proteger y restaurar el bosque”.

De 4:00 AM a 6:00 PM todos los días salen buses del mercado de Mayoreo para Matagalpa. En Matagalpa se toma un taxi para el Barrio Guanuca. De allí salen buses para El Cuá o Bocay. En cualquiera de estos buses se debe bajar en el empalme La Manzana, 14 kilómetros antes de El Cuá, comunidad Peñas Blancas. Se camina 600 metros a mano derecha y allí está el eco albergue.Si va en vehículo propio, salga por la carretera panamericana norte, dobla a la derecha en el empalme de Sébaco, pasa por Matagalpa, siga para El Tuma-La Dalia y de allí tome el camino a El Cuá. En el km 195 busca la comunidad de Peñas Blancas y allí se encuentra el Centro de Entendimiento con la Naturaleza.

Fuente: El Nuevo Diario

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