Clima fresco, aire puro, bosque de pinares y robles, aves exóticas y hasta tigrillos, forman el entorno que rodea el Salto de La Estanzuela, uno de los destinos naturales del departamento de EstelÃ, en la región norte de Nicaragua.
La cascada tiene más de 40 metros de caÃda sobre una pared rocosa, una evidencia de su origen volcánico del plioceno, mioceno terciario (5.2-23.3 millones de años). Se halla en las estribaciones de la Cordillera Central de Nicaragua y forma parte de la Reserva Natural Tisey-La Estanzuela, entre los municipios Estelà y San Nicolás, 150 kilómetros al norte de Managua.
La reserva cubre una superficie de 9,344 hectáreas, con montañas que oscilan entre los 800 y 1,550 metros sobre el nivel del mar, donde prevalece una temperatura baja que favorece a la vegetación tropical y a la fauna.
Por la mañana, el bosque y sus senderos están cubiertos por un manto nebuloso que al caminante le da la sensación de ir sobre copos de nieve.
Antes de la salida del sol, el visitante puede escuchar una variedad de cantos de pájaros y más tarde observar algunos mamÃferos silvestres.
Caminar por la montaña se vuelve tonificante, y bañarse en una poza --al pie de una cascada a casi mil metros de altura-- es una aventura inolvidable.
Por la comida y el hospedaje no hay que preocuparse, porque en la zona existen pequeños albergues para turistas.
Cinco especies de carpinteros rojos
El Eco Albergue Posada Tisey, ubicado a 1,460 metros de altura, en el núcleo de la reserva, es parte de una finca agroturÃstica de 70 manzanas, dedicada al cultivo del café, flores y plantas ornamentales. Un dÃa decidieron entrar al negocio del turismo y construyeron 6 cabañas para visitantes.
“Este es un lugar tranquilo, desde donde se pueden hacer caminatas por los senderos, subir a la montaña, visitar los miradores, la galerÃa de piedras de don Humberto Gutiérrez o refrescarse en las aguas de La Estanzuela”, explica Dimas Cerrato, administrador del albergue.
Afirma que en estas montañas existen cinco especies de pájaros carpinteros rojos, propios de la zona, y una urraca de la variedad Sayaquique, que investigadores mexicanos creÃan que solo existÃa en México. En el bosque abundan las ardillas, liebres, gatos de monte, pájaros de plumajes coloridos y leoncillos.
Una noche de hospedaje para una pareja, en una cabaña, cuesta C$350, son C$175 por persona. En hospedaje comunitario vale C$130 por persona. El desayuno tÃpico nicaragüense tiene un precio de C$60 y el almuerzo C$90, sin incluir la bebida.
Otro lugar donde se puede comer y dormir, en la cima de la cordillera, es La Garnacha, comunidad que en 2004 empezó un proyecto de ecoturismo comunitario acompañado de actividades productivas.
Eliodoro Miranda, encargado de la tienda comunal, cuenta que ahà elaboran queso con tecnologÃa suiza, algo único en Nicaragua; cultivan 22 tipos de hortalizas y café orgánico, además de elaborar artesanÃas de marmolina, madera, barro y cuero.
Desde aquà se pueden hacer recorridos por senderos, a caballo, y visitar el mirador de ApaguajÃ, desde donde se observan 10 volcanes de la cordillera, y conocer la laguna volcánica, a solo 3 kilómetros del eco albergue.
Aquà la noche en cabaña vale entre US$15 y US$20 por pareja. La comida tiene precios entre C$60 y C$100. En las cabañas colectivas cobran US$12 por persona, con dos comidas.
Nier Lucas, turista israelà de paseo por estas montañas, se mostró contento de poder disfrutar del paisaje y clima de la cordillera, el que valoró como “excelente, frÃo, pero bueno”. Indicó que le gustó el paisaje desde uno de los miradores.
En este lugar existen artesanos que trabajan el cuero, la madera y el barro, pero Carmelo RamÃrez vio en la piedra de marmolina la oportunidad de desarrollar su talento artÃstico, y elabora piezas que vende a los visitantes.
RamÃrez trabaja en su propia casa, donde instaló su expoventa con más de 70 modelos originales elaborados en marmolina, los que vende a precios de entre 40 y 5,000 córdobas.
El escultor
En la misma reserva natural, el campesino Humberto Gutiérrez, de 75 años, tiene la distinción de haber construido el museo de arte rupestre más grande de Nicaragua.
Cuando tenÃa 9 años soñó que un dÃa harÃa “algo grande”. Ese dÃa, su papá le puso la mano en la cabeza y le dijo: “Hijito, está cumpliendo años, vaya y juegue”.
“Esa fue mi primera celebración que me hizo mi papá, sin gastos ni nada, pero la guardo con mucha alegrÃa”, recuerda Humberto.
De forma empÃrica y guiado más por el entusiasmo que por el conocimiento artÃstico, Humberto ha dedicado los últimos 47 años de su vida a labrar entre las paredes rocosas de su propiedad, con cincel y mazo, figuras en alto relieve de su inspiración.
En su imaginario mundo de elefantes, tigres, leones, damas, princesas, jaguares, iglesias y otros personajes, Gutiérrez piensa que asà cumple con el sueño de su niñez y deja un legado esculpido en la piedra.
La primera obra que esculpió en las rocas fue una imagen de la Catedral de EstelÃ. Luego, figuras de indios, venados, tigres y otros animales silvestres. Hasta una imagen de las torres gemelas de Estados Unidos forma parte de su galerÃa entre riscos y bosques.
En total son más de 900 piezas, de todos los tamaños y formas, las que están en permanente exposición, apreciadas por turistas nacionales y extranjeros; y aunque Humberto no cobra por la entrada ni por el tour que él mismo hace al visitante, sà acepta aportes voluntarios.
Cómo llegar:
La forma más fácil es tomar la ruta que sale detrás del Hospital Regional de Estelà (a 148 km de Managua) y recorrer unos 13 kilómetros hasta llegar al caserÃo La Estanzuela.
Fuente: El Nuevo Diario
Orlando Valenzuela | Destinos