No importó que fuera miércoles. Nicaragua estaba decidida a disfrutar del mejor rock pop en español del mundo, y sin reparos se desbordó para cumplir la cita que tenía con Jarabe de Palo.
Después de haber cantado y bailado con la música de ambiente que dio cuenta de las mejores producciones latinoamericanas, las luces se posaron sobre Katia Cardenal, quien apareció en el centro del escenario con una blusa roja que jugaba armónicamente con sus cómodos zapatos.
En cuestión de segundos los músicos que la acompañaban, entre ellos su hija Nina, y María José Ocarina, se acomodaron en sus lugares respectivos para empezar la gala musical, en la que los acordes de guitarra acompasados con la caja de percusión, eran opacados por la excepcional interpretación de Cardenal, que puso a cantar y a soñar a sus fans con los temas emblemáticos de su hermano Salvador Cardenal, junto a quien conformó el Dúo Guardabarranco.
Entre canciones y canciones el público se fue dejando seducir por Katia y la ovacionó sobremanera, retribuyendo así su entrega en el escenario, que culminó entre aplausos y Viva Nicaragua.
Mientras los técnicos del grupo español hacían “reconocimiento del terreno”, el público empezó a pedir la salida de quienes desde 1996, año en que Pau Donés consiguió el éxito con La Flaca, han tocado himnos para diversas generaciones.
Cuando en el escenario se advirtió el movimiento de algunos cuerpos, la euforia se apoderó de los congregados, pues sabían que sus ídolos estaban ahí.
Alex Tenas se sentó en la batería y agarró los palos con determinación, Carmen Niño se “ciñó” el bajo, Riki Frouchtman tomó su guitarra, al tiempo que Jimmy Jenks Jiménez asió el saxo para que, finalmente, Pau Donés entrara enérgico y empezara a cantar para “prender” a la masa que lució incansable e insaciable.
El saludo de Donés fue musical, cantó dos temas y luego empezó a agradecer por la oportunidad de regresar a Nicaragua. “Hemos estado en América Central y no habíamos venido por Nicaragua, gracias por invitarnos nuevamente”, aseveró.
La adrenalina estaba a mil en los aficionados, que terminaron de enloquecer cuando Jarabe de Palo interpretó los temas que lo han consagrado, como el que en 1998 ratificó su calidad como grupo musical: Depende.
Y en el concierto las cosas no dependieron de cómo se veían, sino de cómo se cantaba y se disfrutaba a un Pau Donés que brincaba, se dejaba caer al piso, bailaba y hacía coreografías con los chicos de la banda.
El público se emocionó cuando Donés no solo agradeció a Katia Cardenal por haberles abierto el concierto, sino que dijo que ellos debieron haber abierto para ella, porque es una extraordinaria artista, además, le dedicó una de las canciones más lindas que considera ha escrito, y es el tema Agua.
La quiero a morir, también fue de las más coreadas, sin olvidar el frenesí con Los días es la vida. Sin embargo, la eclosión se dio con La Flaca, todo un estandarte para los jovencitos y los no tan jóvenes que colmaron el sitio.
Después de La Flaca, Jarabe de Palo se despidió de Nicaragua y el escenario quedó casi a oscuras, pero la gente quería más, así que empezó a pedir “otra”, con tanta vehemencia que los chicos
complacientes regresaron para saciar las ansias de sus seguidores.
Y luego de complacer a su gente dijeron adiós y hasta pronto, poniendo punto final a su gira de dos meses, y que según Donés no pudo tener mejor cierre que en Nicaragua, en el espectáculo auspiciado por El Nuevo Diario.
Fuente: El Nuevo Diario